Las vías acuáticas naturales como lagos, mares y ríos sirven a veces tal como las dispuso la naturaleza. Sin embargo, por lo general esas vías acuáticas naturales no se pueden utilizar de manera continua sin un mejoramiento considerable y un gran esfuerzo de mantenimiento.
Para proporcionar y conservar profundidades y anchuras navegables el ingeniero tiene que recurrir a la voladura y excavación directas, al dragado con cuchara o por succión o al confinamiento y concentración del flujo para lograr mayores velocidades, con lo cual el canal se nivela o erosiona a si mismo.
Otras obras de regulación y mantenimiento consiste en colocar revestimientos para la protección de la ribera y diques para proteger a las comunidades cercanas en épocas de inundaciones, así como en dragar y retirar troncos sumergidos.
Cuando por otros medios no se puede obtener una profundidad suficiente de corriente en el transcurso del año, es posible recurrir a embalses de almacenamiento para disponer de lagos artificiales que permitan la navegación en aguas muertas.
Hay dos requisitos significativos para el diseño de embalses:
Ø Se debe prever el paso del torrente sin aumentar la altura del nivel del agua embalsada.
Ø No se debe obstruir el transporte del sedimento entregado por las corrientes tributarias.
Lo que se requiere para una justificación económica son ríos que constituyan una ruta natural para el comercio por vía acuática y que posean causes y riberas permanentes. Los que tienen un gran movimiento, indicado por las sinuosidades, los derrumbamientos de la ribera y la formación de bancos, así como aquellos cuya pendiente es muy pronunciada, no son los indicados, física ni económicamente, para convertirlos en vías acuáticas canalizadas.
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